Wednesday, December 20, 2006

Le petit prince

Le petit prince dans son petit pays.
Principito lo hace todo despacio porque piensa que la prisa es hija de la curiosidad. Repta entre día y día como por un terreno minado. Sobrevive su séptima oportunidad. Bataboum! Joder que susto me has dado tía. No me asustes eh.
Principito duerme con antifaz para que la luz de la mañana no lo despierte, cómo si fuera tan fácil, pienso yo. Después se asoma a la vida por el hueco de la vidriera que le queda entre los dedos, siempre sujetándose la cara. Tiene miedo de que un día también se le caiga a los pies.
Visión reducida de pajarraco enjaulado. Las cosas buenas no suelen pararse mucho tiempo y de frente a hacer aspavientos. Pasan fffffffffffium de refilón, acariciándote si acaso el rabillo del ojo.
El pequeño príncipe se atusa el bigote y cuando le muerde una lágrima o la duda vestida de gato le acosa los pies queriéndole arrancar el desayuno, extiende una mano y con toda la ternura del mundo acaricia la estela de los cometas que le pasan zumbando.
C'est tellement misterieux, le pays des larmes.

1 Comments:

Blogger José Tindón said...

Me resisto a unirme a los millones de seres que pagan su alojamiento, sus alimentos, sus vestidos, vendiendo un número definido de las horas de su vida.

Vivimos bajo la dictadura de la burocracia. El burócrata es un parásito al que se le paga no por su trabajo real, sino por las horas que deja pasar en un determinado cubículo. De 9 a 5.

Cada mes recibe un salario que tiene que ver con el lugar que ocupa en la jerarquía, no con una realización precisa. Para conservar ese lugar debe conducirse de la forma que se le prescribe y su actividad tiene por objeto no el mundo exterior, sino el rodaje del mecanismo del que forma parte.

Ha surgido un nuevo proletariado, el de la grapadora y el ordenador.

3:29 AM  

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