Tuesday, December 05, 2006

La princesa está pálida en su jaula de oro

Hoy muerdo. Ladraría, gemiría y aullaría pero el perro viejo conoce de memoria todas las letanías que le rezo a diario.
Busco un hueco en tu cuerpo que no esté magullado por el paso de los días diminutos. Heriditas que se han hecho callo y no son permeables a la palabra, al discurso, al ruego, al insulto. De un zarpazo te abro un corte limpio en la garganta, en la habitación de al lado, a tres pasos sólo, tienes aguja e hilo quirúrgico. Si te quedas quieta donde estás, te morirás, lo sé, lo sabes, me sabe mal y a ti ya no te sabe nada de lo que comes.
Tronando te susurro al tímpano que un día viene un rayo y ¡zas! te parte el mundo y te deja del lado del hemisferio donde todos los domingos pasan la misma película. Comparado con el sopor casposo de la eternidad, que se te parta ahora un poco el corazón es un mal relámpago.
Escenarios de teatro decorados sin decoro, ¿quíen fregará esta vez los platos rotos?
Después del tormento la lluvia amaina pero no acaba de despejar.
Verde por fuera blanca por dentro, ¿qué es?
Una pálida espera.
Hay responsabilidades que no se pueden eludir, como la vida.
Yo la tomaré de naranja amarga, con cucurucho, ¿y tú?

2 Comments:

Blogger José Tindón said...

Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde. Cuando la muerte se cierne sobre el fiel de la balanza con la que pretendemos comprenderlo todo y escapa de los límites de nuestra imaginación.

Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde, demasiado tarde, cuando las hipótesis, las causas cotidianas, lo justo y lo injusto, lo esperable y lo inesperado se deshacen, carentes de sentido, falacias protectoras que nos han abandonado.

La pena se vive como miedo, gran parte de la desgracia consiste en la sombra de la desgracia, en la reflexión sobre ella.

12:36 AM  
Blogger Arcángel Mirón said...

Maravilloso.

12:59 PM  

Post a Comment

<< Home