Sunday, August 20, 2006

Para Antonia


Sé de buena tinta que esta semana no he dado la talla, pero aquí en Liliput un suceso me ha dejado con la boca abierta y los ojos nublados, sombreados, una gota más vacíos, desorbitados. Más solos en su órbita. Mirando cómo se aleja el calamar dejando tras de sí su escupitajo de tinta triste, como títulos de crédito. La función terminó y yo no doy crédito.

Pataleo, braceo, me niego, me opongo y cuando me voy a remendar mi remedio habitual un ladrón de guante blanco ha puesto en su lugar un vaso de agua, dando a entender que este trago no se puede mitigar, y punto. Con la esquinita de la manga me seco la inundación y con el recodo de esquina de mi codo, que limita al Norte con antebrazo, que colinda a su vez con cinco lobitos, levanto la ceja y Corazón con el corazón en un puño saluda a la afición erguido, digno, enhiesto.
No te rindas, corazón. Corazón siempre se raja por el mismo sitio.

Quien tiene un amigo tiene un tesoro. Pirata a tientas intenta el -¡Numeraos!. , tapándose el filo del abismo de tristeza que le asoma ya por la boca de labio traicionero que le tiembla mientras tienta a la mala suerte y encara un - ¿Estamos todos?.

-No, no estamos todos, pero somos todos los que estamos. , responde una bruta diamante mientras clava en mi pupila quemada su incendio azul. -¿Qué es poesía'. -Tesoro, eres tú. Y el resto, puritito teatro. Y lo digo sin acritud, pero lo digo.

Quien tiene un amigo tiene un tesoro, y a mi me gusta que les de el aire playero para que no enmohezcan en cofres de tiranas llaves. El peligro es el tigre que te desgarra la garganta cuando al extender el brazo por la noche pensando en encontrarte con otro brazo amigo te encuentras hablándole a una fiera corrupia.

Le doy a los brazos porque los pies los tengo encharcados de barro, y al final toda mi ira se disuelve en un abrazo partido. Adieu, adieu, hasta el próximo cuento, encuentro, cuéntame otra de indios.

Con el corazón erguido y las intrépidas puertas de este armario que sale a la calle abierto de par en par.

No te rindas, corazón.

1 Comments:

Blogger José Tindón said...

Un azar que no juzga, se aproxima, no se impone. Ahora que las palabras cambian las cosas deja que mi más firme convicción sea ser yo mismo, sin apresurar el paso. Hay quien aprende nuevas maneras de morir. No las necesito. Me sé vivo sin remedio.

6:43 AM  

Post a Comment

<< Home